Fuente: El Mundo
El 11 de febrero de 2020, se publicó mi poema "Púlsar binario" en la sección de cultura del sitio web de la revista EstePaís.
Desde el 2015, el 11 de febrero se conmemora el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia por decisión de la Asamblea General de la ONU (Resolución A/RES/70/212). De ahí que la revista lo haya publicado ese día, junto con una nota introductoria y una dedicatoria que añadí en honor de la persona cuyo descubrimiento lo inspiró.
"Púlsar binario" es un poema inspirado en los descubrimientos de la astrofísica Jocelyn Bell, quien debió ser reconocida con el Premio Nobel de Física de 1974.
En 1967, a los 24 años, Jocelyn Bell fue la primera persona en identificar un púlsar, es decir una estrella de neutrones que se forma al morir una superestrella y cuyo campo magnético rota como un faro, emitiendo poderosas señales de radio. Bell, entonces estudiante de doctorado en la Universidad de Cambridge, explicó a su supervisor, Antony Hewish, lo que representaba el pulso regular registrado por el radiotelescopio de Mullard. Tras superar el escepticismo inicial de su jefe, dieron a conocer su descubrimiento en un artículo publicado en la revista Nature*.
Foto: SSPL / GETTY IMAGES
En 1974, Hewish recibió el Premio Nobel de Física, “por su papel decisivo en el descubrimiento de los púlsares”, no así Jocelyn Bell, quien restó importancia al asunto. Sin embargo, medio siglo después de su descubrimiento, Bell recibió el Premio al Progreso Excepcional en la Física Fundamental, galardón que patrocinan algunos de los empresarios tecnológicos más influyentes del mundo, como Mark Zuckerberg (EU), Ma Huateng (China) y Yuri Milner (Rusia). Este galardón sólo ha sido otorgado a personas como Stephen Hawking o como los investigadores del CERN responsables de descubrir el Bosón de Higgs.
Ella es Jocelyn Bell:
Foto: New Yorker.
Y éste es el poema:
PÚLSAR BINARIO
A Jocelyn Bell (Belfast, 1943),
primera persona que escuchó y
entendió el latido de un púlsar
Dos corazones giran
alrededor de su muerte.
Segado el brillo de su capa y vestido,
aún bailan su fiebre con ritmo uniforme.
Los oímos sin verlos,
diciendo quererse.
El colapso terrible de sus huesos,
la introspección de su carne
hundiéndose en sí misma,
no impiden
que desde aquella roca de tiempo detenido
sus almas canten
como faros invisibles en la noche. /
* Hewish, A., Bell, S.J., Pilkington, J.D.H., Scott, P.F. y Collins, R.A. (1968, febrero 24). “Observation of a Rapidly Pulsating Radio Source”, en Nature, 217, 709-713.
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