Las riquezas naturales de nuestro país concitan el orgullo de los mexicanos. Saber que el nuestro es el quinto de los doce países más megadiversos del mundo es el tipo de dato que nos hace sentir parte de la escena mundial, sin importar edad, lugar de residencia, posición económica o filiación de cualquier tipo. Entre dos océanos y dividido a la mitad por el Trópico de Cáncer, con dos penínsulas, dos golfos, ocho cordilleras, un eje volcánico y una altiplanicie a más de 2,300 metros sobre el nivel del mar, no es de sorprender que en el territorio del país se encuentre el 70% de la variedad de animales y plantas del mundo (SEMARNAT, 2018: §1), o que el 55% de las especies de pinos sea endémica de México (CONANP, 2014: 3).
Conforme al Reglamento Interior de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, SEMARNAT (Art. 70, fracción I), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) está a cargo de gestionar y fomentar actividades para la conservación de los ecosistemas y su biodiversidad. Luego de veinte años, tras su fundación en el 2000 como órgano desconcentrado de la SEMARNAT, la CONANP ha logrado que de las 182 áreas a su cargo en todo el país (ver mapa), las más relevantes cuenten con alguna denominación internacional que propicie mayor rigor en su gestión.
De los tres tipos de designación internacional de los que la CONANP es responsable, dos corresponden a tratados internacionales: la Convención del Patrimonio Mundial (UNESCO, 1970, con 193 Estados partes) y la Convención sobre los Humedales (Ramsar, 1971, con 169 Estados partes). El tercer tipo es la Red Mundial de Reservas de la Biósfera, instrumento del Programa “El Hombre y la Biosfera” de la UNESCO. Más allá de que México cuente con ellas, en dos de los tres casos, el número de áreas naturales de nuestro país con designaciones internacionales es sobresaliente a nivel mundial. Comenzaré por presentar los humedales y concluiré con los sitios de patrimonio mundial natural.
Los humedales son vitales para la sobrevivencia humana: en ellos se cultiva el arroz, alimento principal para más de la mitad de la población en el mundo. Estacionales o permanentes, los humedales sostienen buena parte de la biodiversidad del planeta por la alta concentración de especies de aves, mamíferos, reptiles, anfibios, peces e invertebrados. Son fuente de agua dulce y resultan cruciales para el control de inundaciones, la recarga de acuíferos y la mitigación del cambio climático. Por ello son el único ecosistema que cuenta con un tratado internacional específico para su protección, incluidos los naturales (lagos, ríos, acuíferos subterráneos, pantanos, deltas, arrecifes de coral) y artificiales (granjas piscícolas, arrozales, embalses). Ver Ramsar, 2016: 8 a 13.
México es el segundo país del mundo con el mayor número de humedales bajo la protección de la Convención de Ramsar: 142 humedales que, en conjunto, alcanzan 8.6 millones de hectáreas. El primero es el Reino Unido, con 175. A nivel global, la Convención protege 2,391 humedales que comprenden una extensión de 3.8 millones de hectáreas (algo mayor a la de México). En ese vasto conjunto, nuestro país representa 6% del número y 3.4% de la superficie de los humedales protegidos a nivel mundial.
Algunos de los humedales más célebres de nuestro país son Cuatrociénegas (Coahuila), el Anillo de Cenotes en Yucatán, los lagos de Chapala y de Pátzcuaro, los manglares y los arrecifes de Cozumel y los corales de Huatulco, pero la lista completa con la semblanza de cada uno y el mapa interactivo pueden consultarse en el sitio de internet del Secretariado de la Convención.
El Programa “El Hombre y la Biosfera” de la UNESCO (MaB) nació en 1972 bajo la premisa de que la conservación del medio ambiente puede ser sostenible sin excluir al ser humano. Su instrumento más visible es la Red Mundial de Reservas de la Biosfera, que cuenta con 701 reservas en 124 países. En conjunto, la superficie de todas ellas alcanza dimensiones semejantes a las de Australia y es hogar de 257 millones de personas. Ver.
Al igual que con los humedales, México es líder internacional: ocupa el tercer lugar mundial y el primero de la región de América Latina y El Caribe con 42 Reservas de la Biosfera en la Red de la UNESCO. Las reservas fundacionales nacieron para proteger la tortuga del bolsón de Mapimí y el venado de cola blanca de La Michilía. Ambas se encuentran en Durango y fueron inscritas en 1977. Algunas de las posteriores son Montes Azules, en la Selva Lacandona, Sierra Gorda en Querétaro, Banco Chinchorro en Quintana Roo o las Cumbres de Monterrey.
Sin embargo, más allá de ese volumen y de que varias de ellas ya forman parte de los sitios de Patrimonio Mundial Natural o de la Convención de Ramsar (las designaciones son complementarias, no excluyentes), debe destacarse que el modelo de reservas de la biosfera adoptado por la UNESCO, que incorpora a las comunidades en las labores de conservación, fue desarrollado por un ambientalista mexicano: el Dr. Gonzalo Halffter Salas. Ver Gallina, 2014. En dicho modelo, las reservas definen de manera concéntrica una zona núcleo (cuya protección es sumamente estricta), una zona de amortiguamiento (con actividades de bajo impacto, como investigación científica, monitoreo, capacitación y educación) y una zona de transición, en la que residen comunidades con actividades sostenibles. Ver UNESCO 2020: § 5 a 8.
Sin números tan abultados como los previos, son bien conocidos los seis sitios naturales de valor universal excepcional protegidos por la Convención del Patrimonio Mundial: Sian Ka’an (1987), Santuario de ballenas de El Vizcaíno (1993), Islas y áreas protegidas del Golfo de California (2005), Reserva de la biósfera de la Mariposa Monarca (2008), Reserva de la biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar (2013) y el Archipiélago de Revillagigedo (2016). Asimismo, en coordinación con el INAH, la CONANP contribuyó a que la Antigua ciudad maya y bosques tropicales protegidos de Calakmul (2002/ 2014) y el Valle de Tehuacán-Cuicatlán, en Puebla y Oaxaca (2018) se convirtieran en los primeros dos sitios mixtos de patrimonio mundial, cultural y natural, en nuestro país.
Las obligaciones internacionales adquiridas por el Estado mexicano para la protección de todos estos sitios naturales descansan en los frágiles hombros de la CONANP, apenas un órgano desconcentrado de una Secretaría de Estado federal. Durante los varios años en que fui Director de Relaciones Multilaterales de la SEP y, en consecuencia, Secretario General Adjunto de la Comisión Mexicana de Cooperación con la UNESCO (CONALMEX), pude atestiguar de primera mano los grandes esfuerzos de mis colegas de la CONANP, ya fuera en las oficinas de la ciudad de México como en el campo, para postular, gestionar y enfrentar, de la mejor manera posible, los desafíos a la conservación de estos sitios con designaciones internacionales.
El esfuerzo de la CONANP de proteger internacionalmente las áreas naturales más valiosas del país, no ha sido correspondido con el fortalecimiento de sus capacidades ni de su presupuesto por parte de los responsables de esas decisiones. Este fortalecimiento es indispensable para la conservación de esas áreas naturales. El Estado mexicano se obligó a rendir cuentas a la comunidad internacional, y para ello debe presentar detallados informes periódicos a la UNESCO y a la Convención de Ramsar. En los casos más delicados, el Centro de Patrimonio Mundial envía misiones reactivas ante amenazas como las que el crimen organizado transnacional ha representado para la mariposa monarca y para la vaquita marina.
El año pasado, el Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente (CEIBA, A.C.) elaboró una detallada nota sobre la creciente discrepancia entre las obligaciones de conservación y el presupuesto de la CONANP, que se resumen fácilmente en el siguiente gráfico:
Fuente: CEIBA, 2019: 6.
La CONANP salvaguarda especies en peligro de extinción como el águila real, la ballena jorobada, el bisonte, el lobo mexicano, la tortuga caguama, el jaguar o el cóndor de California. De acuerdo al Censo de 2010, en las áreas naturales a su cargo residían un millón 713 mil personas (BPO, 2018: párrafos 3 y 4). ¿Cómo podrán salvaguardarse esas y otras especies, cómo proteger y desarrollar a esas comunidades, si no salvaguardamos a la propia CONANP?
Con el mismo entusiasmo con el que nos ufanamos de las riquezas de nuestro país, entre ellas las naturales, resulta fundamental que los ciudadanos conozcamos el valor específico de nuestros activos: cuáles son, dónde están, por qué son valiosos y cómo funcionan las instituciones nacionales e internacionales que los protegen. Sólo así podremos supervisar de manera eficaz que los tomadores de decisiones sostengan y fortalezcan los recursos financieros e institucionales que el Estado requiere para preservar aquello que nos convoca de manera unánime.
Referencias:
Biblioteca de Publicaciones Oficiales del Gobierno de la República, BPO. (2018, julio 31). “Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas 2014-2018”, disponible en https://www.gob.mx/publicaciones/es/articulos/programa-nacional-de-areas-naturales-protegidas-2014-2018?idiom=es
Centro Interdisciplinario de Biodiversidad y Ambiente, CEIBA, A.C. 2019. “Nota sobre el presupuesto federal de medio ambiente y recursos naturales para 2019”, disponible en https://ceiba.org.mx/publicaciones/ceiba/190121_Nota_PresupAmbiental2019_CeIBA.pdf
Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, CONANP. 2014. “Programa Nacional de Áreas Naturales Protegidas 2014-2018”, disponible en https://bpo.sep.gob.mx/#/recurso/368/document/1
Gallina, S. 2014. “Algunas consideraciones en el homenaje al Dr. Gonzalo Halffter: fundador del Instituto de Ecología A.C.”, Instituto Nacional de Ecología, INECOL. Disponible en http://inecol.edu.mx/inecol/index.php/en/ct-menu-item-25/ct-menu-item-27/17-ciencia-hoy/335-homenaje-al-dr-gonzalo-halffter
Secretariado de la Convención de Ramsar, 2016. “Introducción a la Convención sobre los Humedales”, Gland, Suiza. Disponible en: https://www.ramsar.org/sites/default/files/documents/library/handbook1_5ed_introductiontoconvention_s_final.pdf
Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, SEMARNAT. 2018. “México, biodiversidad que asombra”, disponible en https://www.gob.mx/semarnat/articulos/mexico-biodiversidad-que-asombra
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, 2020. “Biosphere Reserves”, disponible en https://en.unesco.org/biosphere/about
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