La Cámara de Diputados ha decidido llamar al Comisionado Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes, a comparecer ante el pleno sobre el caso de la anciana indígena Ernestina Ascencio, quien perdió la vida luego de una violación tumultuaria de soldados del ejército mexicano.
La comparecencia obedece a que, contrario a la misión de su cargo, el Dr. Soberanes ha optado por encubrir al ejército al negar, en el noticiero radiofónico de Carmen Aristegui, que la Sra. Ascencio hubiese muerto por violación. Ello con base en la necropsia practicada por la propia CNDH.
Carmen Aristegui y su equipo obtuvieron copia de dicha necropsia. La leyeron completa, la compararon con la primera necropsia, practicada por las autoridades judiciales de Veracruz y con el parte médico de la Sra. Ascencio cuando fue recibida en el hospital, aún con vida. Consultaron a médicos forenses y comprobaron que no existe contradicción entre los tres documentos. Todos cuentan con elementos para interpretar y afirmar que la Sra. Ascencio murió por heridas resultado de la violación.
La periodista Aristegui buscó nuevamente al Dr. Soberanes para cuestionar sus declaraciones a la luz de los documentos citados por él mismo, la CNDH designó a un funcionario de menor rango quien evitó responder una pregunta directa y sin medias tintas: ¿Sostiene la CNDH que la Sra. Ascencio murió por una úlcera gástrica, sí o no? El diálogo entre periodista y funcionario duró más de veinte minutos, sin respuesta satisfactoria: "estamos en fase de dictamen, no hemos llegado a conclusiones..., etc."
Aristegui no dejó de insistir. El funcionario dijo que la CNDH no ha llegado a conclusiones, pero su titular, el Dr. Soberanes, defendió públicamente una conclusión: muerte por úlcera gástrica y no por violación, con base en la necropsia realizada bajo supervisión de la CNDH. Conclusión que resultó absolutamente falsa.
Ahora bien, el Presidente Felipe Calderón y los diputados del PAN han cerrado filas en torno a los soldados responsables defendiendo la tesis de la úlcera, tesis que no ha encontrado fundamento alguno. Ha fuerza de repetir una mentira, pretenden solapar una realidad: que soldados del ejército mexicano violaron a la Sra. Ascencio provocándole la muerte.
"Tenemos una tendencia a la suspicacia, una enfermiza tendencia hacia la autoflagelación y lo primero que ponemos en duda, muchas veces, es a la institución. Creo que ahí está una de las grandes tareas", dijo Juan José Rodríguez Prats, diputado panista, durante el debate para llamar a comparecer al titular de la CNDH ante el Pleno de la Cámara de Diputados (El Universal, 11 de abril de 2007) .
Así que en México hay muchas autoridades, como Rodríguez Prats, como el Presidente Calderón, como José Luis Soberanes, incapaces de distinguir entre naturaleza humana e instituciones. Piensan que los yerros de los individuos mancillan el prestigio de las instituciones, cuando lo que en realidad las debilita es la impunidad. ¡Qué inseguros y mezquinos! No toma ningún trabajo localizar a los culpables con base en las pruebas forenses y castigarlos conforme a la ley del propio ejército. Demostrar que en el ejército las leyes y las reglas funcionan y se ejecutan. Pero no ha sido así, como tampoco la Iglesia mexicana ha castigado a sacerdotes pederastas, caso del sacerdote pederasta Nicolás Aguilar, encubierto por Norberto Rivera Carrera, actual arzobispo primado de la Ciudad de México, cuando era obispo de Tehuacán, Puebla (Cf. La Jornada, 13 de noviembre de 2006, Política).
Instituciones como el ejército y la Iglesia son dos cajas negras que prefieren la opacidad a la luz, el encubrimiento a la justicia. Ese comportamiento es indigno de ellas mismas, su peor enemigo. Hay una terrible confusión entre instituciones y naturaleza humana que mina su prestigio. Prefieren la gangrena a la higiene y los medicamentos. Su cuerpo se corrompe y llena de pústulas que hieden. Semejante comportamiento es indignante, miope y estúpido.
Las instituciones son aquellas creaciones humanas que trascienden a los individuos en el tiempo y en la justicia. Para eso se crean leyes, jueces, tribunales, testigos, procedimientos de obtención de pruebas. Para castigar racionalmente y con justicia al ser humano que lastima y perjudica a otro. ¿Por qué negar la naturaleza humana, presta a la demencia y la enfermedad? ¿Por qué negar que un soldado puede ser un violador, un sacerdote asesino? No es la iglesia ni el ejército quienes violan, sino la impunidad de dichas instituciones frente a sus propios miembros enfermos lo que perpetua y multiplica dichas violaciones.
Que no nos quieran confundir. La afirmación del diputado panista Rodríguez Prats es indigna, mezquina e insostenible.
La comparecencia obedece a que, contrario a la misión de su cargo, el Dr. Soberanes ha optado por encubrir al ejército al negar, en el noticiero radiofónico de Carmen Aristegui, que la Sra. Ascencio hubiese muerto por violación. Ello con base en la necropsia practicada por la propia CNDH.
Carmen Aristegui y su equipo obtuvieron copia de dicha necropsia. La leyeron completa, la compararon con la primera necropsia, practicada por las autoridades judiciales de Veracruz y con el parte médico de la Sra. Ascencio cuando fue recibida en el hospital, aún con vida. Consultaron a médicos forenses y comprobaron que no existe contradicción entre los tres documentos. Todos cuentan con elementos para interpretar y afirmar que la Sra. Ascencio murió por heridas resultado de la violación.
La periodista Aristegui buscó nuevamente al Dr. Soberanes para cuestionar sus declaraciones a la luz de los documentos citados por él mismo, la CNDH designó a un funcionario de menor rango quien evitó responder una pregunta directa y sin medias tintas: ¿Sostiene la CNDH que la Sra. Ascencio murió por una úlcera gástrica, sí o no? El diálogo entre periodista y funcionario duró más de veinte minutos, sin respuesta satisfactoria: "estamos en fase de dictamen, no hemos llegado a conclusiones..., etc."
Aristegui no dejó de insistir. El funcionario dijo que la CNDH no ha llegado a conclusiones, pero su titular, el Dr. Soberanes, defendió públicamente una conclusión: muerte por úlcera gástrica y no por violación, con base en la necropsia realizada bajo supervisión de la CNDH. Conclusión que resultó absolutamente falsa.
Ahora bien, el Presidente Felipe Calderón y los diputados del PAN han cerrado filas en torno a los soldados responsables defendiendo la tesis de la úlcera, tesis que no ha encontrado fundamento alguno. Ha fuerza de repetir una mentira, pretenden solapar una realidad: que soldados del ejército mexicano violaron a la Sra. Ascencio provocándole la muerte.
"Tenemos una tendencia a la suspicacia, una enfermiza tendencia hacia la autoflagelación y lo primero que ponemos en duda, muchas veces, es a la institución. Creo que ahí está una de las grandes tareas", dijo Juan José Rodríguez Prats, diputado panista, durante el debate para llamar a comparecer al titular de la CNDH ante el Pleno de la Cámara de Diputados (El Universal, 11 de abril de 2007) .
Así que en México hay muchas autoridades, como Rodríguez Prats, como el Presidente Calderón, como José Luis Soberanes, incapaces de distinguir entre naturaleza humana e instituciones. Piensan que los yerros de los individuos mancillan el prestigio de las instituciones, cuando lo que en realidad las debilita es la impunidad. ¡Qué inseguros y mezquinos! No toma ningún trabajo localizar a los culpables con base en las pruebas forenses y castigarlos conforme a la ley del propio ejército. Demostrar que en el ejército las leyes y las reglas funcionan y se ejecutan. Pero no ha sido así, como tampoco la Iglesia mexicana ha castigado a sacerdotes pederastas, caso del sacerdote pederasta Nicolás Aguilar, encubierto por Norberto Rivera Carrera, actual arzobispo primado de la Ciudad de México, cuando era obispo de Tehuacán, Puebla (Cf. La Jornada, 13 de noviembre de 2006, Política).
Instituciones como el ejército y la Iglesia son dos cajas negras que prefieren la opacidad a la luz, el encubrimiento a la justicia. Ese comportamiento es indigno de ellas mismas, su peor enemigo. Hay una terrible confusión entre instituciones y naturaleza humana que mina su prestigio. Prefieren la gangrena a la higiene y los medicamentos. Su cuerpo se corrompe y llena de pústulas que hieden. Semejante comportamiento es indignante, miope y estúpido.
Las instituciones son aquellas creaciones humanas que trascienden a los individuos en el tiempo y en la justicia. Para eso se crean leyes, jueces, tribunales, testigos, procedimientos de obtención de pruebas. Para castigar racionalmente y con justicia al ser humano que lastima y perjudica a otro. ¿Por qué negar la naturaleza humana, presta a la demencia y la enfermedad? ¿Por qué negar que un soldado puede ser un violador, un sacerdote asesino? No es la iglesia ni el ejército quienes violan, sino la impunidad de dichas instituciones frente a sus propios miembros enfermos lo que perpetua y multiplica dichas violaciones.
Que no nos quieran confundir. La afirmación del diputado panista Rodríguez Prats es indigna, mezquina e insostenible.
Comentarios
http://soy13.blogspot.com
Saludos
Como poeta y escritor te admiro y respeto. Conocerte como analista, me da un buen pretexto para volver a estar de acuerdo contigo en muchas cosas.
Un abrazo