Hay ocasiones en que nuestro trabajo nos parece ya tan cotidiano que no nos percatamos de lo extraordinario que puede llegar a ser lo que hacemos todos los días. Mi trabajo me ha brindado varias satisfacciones, pero sin duda no existe precedente alguno de la oportunidad que tuve de vivir tan de cerca un momento histórico. Me refiero al ingreso de Palestina a la UNESCO, el lunes 31 de octubre de 2011. Por primera ocasión, formé parte de la delegación de México en la 36a Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en París, Francia. En esta reunión, que se realiza en otoño cada dos años, se deciden el programa y el presupuesto de la Organización, se realizan elecciones para formar parte de órganos subsidiarios, se elige al Director General (cada 4 años) y se elige a nuevos miembros. Debo hacer una crónica detallada de lo que se vivió en la Sesión Plenaria, Sala I, del emblemático edificio ubicado en Place de Fo